27 noviembre 2008

De un canalla rancio y apolillado… para el diputado de la Asamblea de Madrid, Pablo Casado Blanco


Olvidar lo malo también es tener memoria… Leo en la ponencia política de vuestro Congreso Regional que apoyáis a todas aquellas personas y pueblos que sufren la opresión de regímenes totalitarios. Quizás, por respeto deberíais añadir el verbo “sufrieron” a esta oración. Por respeto a la historia de este país, por respeto a esos jóvenes como tú, hombres y mujeres, que fueron cruelmente asesinados, que vieron truncadas sus vidas para siempre en las cárceles franquistas o en el exilio por luchar por la libertad… eso si, una libertad más solidaria que esa “otra libertad” que defendéis hasta la saciedad en vuestra ponencia. A mi entender no hay que pararse a valorar la corriente ideológica de los muertos antes de calificar un crimen como tal. Un crimen es un acto despreciable, cruel, cobarde… siempre. Y debe ser condenado siempre… Siempre.


Pensáis que no se deben “reabrir las heridas de nuestra historia”… No te confundas. Es imposible “reabrir” aquello que nunca se ha cerrado. No se puede, es más no se debe despreciar a las víctimas, no se debe enterrar su recuerdo. Recordarles es, al menos para mí, una obligación moral.



Cuatro apuntes más…

Primero. Algunos soñamos con construir un mundo mejor, mas justo, en el que todos los seres humanos seamos libres, iguales en dignidad, tengamos las mismas oportunidades… los mismos Derechos. Mientras nos queden fuerzas y libertad seguiremos persiguiendo nuestro sueño (que no es “amasar” dinero).



Segundo. Tener fe ciega en las consignas de Esperanza (como tú la llamas) os hace perder capacidad crítica… Y digo esto porque no contrastáis la información. Te explico, y cito textualmente: “La Comunidad de Madrid es un marco inmejorable para los jóvenes en cuanto a servicios públicos… se han construido once nuevos hospitales públicos...”. Perdóname pero he visto como vuestro icono “novedoso”, Esperanza Aguirre, destroza la Sanidad Pública madrileña. La he visto inaugurar y reinaugurar sus 7 nuevos hospitales públicos “de gestión privada”. Lo que me parece poco ético en vosotros que “defendéis la verdad frente a la mentira” es que veáis hospitales construidos donde, a día de hoy, hay solo solares… eso, amigo mío, es faltar a la verdad. Por lo menos os reconozco la decencia de no incluir el hospital de Valdemoro, en el que la gestión y el personal son completamente privados, en vuestras cuentas.


Tercero. Hay jóvenes que desgraciadamente “necesitan” del “paternalismo estatal”. Jóvenes que no tienen ”la suerte” de ser diputados de la Asamblea de Madrid con tu edad y cobrar tu nómina. Jóvenes cuyos “papás biológicos” no les pueden costear, por poner un ejemplo, los más de 7.000 euros que a ti te cuesta cada curso de la Licenciatura de Administración y Dirección de Empresas que estudias en ICADE (Matrícula: 673,20 € más nueve mensualidades de 726,00 € cada una) o el master en Gestión Pública de IESE, escuela de posgrado en dirección de empresas de la Universidad del Opus Dei de Navarra.


Cuarto. Resulta cuanto menos curioso, verte sentado en la foto al lado de Aznar y de Esperanza Aguirre y leer en vuestra ponencia: “Defendemos la verdad frente a la mentira”…




“La honestidad frente a la corrupción”… (y parto de la base de que la corrupción no tiene color político y de que todos los políticos no son corruptos)

“El esfuerzo y el mérito personal frente a la mediocridad y el clientelismo”... No hay peor clientelismo que el del político mediocre de turno, que tras abandonar su cargo, pasa por caja para recibir sus estipendios honorarios del amo-empresario al que sirvieron cuanto dirigían los destinos de tal ayuntamiento, tal Comunidad Autónoma o tal país…

Gracias diputado... Gracias a personas como tu soy consciente de que elegí la senda correcta... soy consciente del ser humano que no quiero ser.

Un saludo

P.D: El Che no era un santo... o sí, no lo sé. Pero luchó hasta las últimas consecuencias por sus convicciones. Luchó en Cuba contra el dictador Fulgencio Batista y murió en Bolivia luchando contra la dictadura del General René Barrientos Ortuño, el mismo que nombró al criminal de guerra nazi Klaus Barbie (Klaus Altmann) asesor de sus Servicios de Inteligencia. Según Amnistía Internacional, durante su dictadura, solo en el periodo comprendido entre 1966 y 1968 se ejecutaron entre 3.000 y 8.000 disidentes...

La revolución se lleva en el corazón, no en la boca para vivir de ella. Hasta la victoria siempre.

23 noviembre 2008

La guerra del abuelo...

A continuación reproduzco una entrada del blog la mirada del mendigo... merece la pena leerla... después sobran las palabras...


El presidente de las Nuevas Generaciones del Partido Popular en Madrid, dijo, inspirado, en un mitin, que lo que está de moda es ser de derechas, y que los de izquierdas son unos carcas, porque "están todo el día con la guerra del abuelo, con la memoria histórica".

Este niñato es un mal nacido...

Artículo 578 del Código Penal:

[...] la realización de actos que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de los delitos terroristas o de sus familiares se castigará con la pena de prisión de uno a dos años.

Lo que más me ha ofendido de la alocución de ese miserable es que sostenga que "los de izquierdas" estamos todo el día narrando las batallitas del abuelo; a mi alrededor, lo que siempre he recibido de esa época ha sido una losa de colosal silencio.

Bien, hablaré de las batallitas de mi abuelo...

Mi abuelo era maestro de escuela en una de las comarcas más pobres de la Península, a raia seca que marca la frontera entre la provincia de Ourense y la comarca portuguesa de Trás-os-Montes. Supongo que ahora tocaría contar las hazañas heroicas de mi abuelo, en pos de la redención del género humano y la libertad. Pero esto no es una novela ambientada en la guerra, sino sólo el sucinto relato de lo que pasó aquellos días.



Si mi abuelo fue un héroe lo ignoro. Sé que estuvo haciendo el servicio militar en las colonias, y ello lo sé por el uniforme que lleva en la única fotografía que existe de él. La mayor heroicidad que le conozco es sacar adelante a una familia de once hijos, con la misérrima paga que recibía como maestro de escuela, complementada con el trabajo en la tierra.

Tuvo que ver cómo le morían tres de sus hijos. Uno, ya nació débil. Otro, de hambre. Y el tercero, con tres años, tuvo que ver como de un día para otro se le hinchaba el vientre y moría. Mi padre nunca se llegó a creer que esa muerte fuera natural, pero eso ya es otra historia.

Mi abuelo era un hombre profundamente religioso, que siempre se paraba a rezar un padrenuestro en el cruce de un camino, donde había una ermita. Ello lo sé porque mi padre, cuando pasábamos por esa encrucijada, lo recordaba. Poco más sé de mi abuelo, ya que mi padre nunca hablaba de esos tiempos. Recordar a sus padres le provocaba un dolor inextinguible que, ahora que mi padre me falta, comprendo.

Llegó la guerra y lo siguiente ya lo sabéis por los libros de historia. Galicia fue desde el principio controlada por los sublevados. Ya mediada la guerra, llegó a la aldea un mensaje: mi abuelo se tenía que presentar inmediatamente en el cuartel de la Guardia Civil, en la villa, a unos nueve kilómetros. Mi abuelo siempre arrastró problemas respiratorios, herencia que recibieron sus hijos. En esos momentos estaba postrado en cama, con una fuerte bronquitis. Habían llegado las lluvias y no se podía mover, con lo que mi abuela bajó a la villa, a presentar por él su documentación y excusarse por no poder asistir.

La respuesta del jefe del cuartelillo: si tengo que subir a buscarlo, es para matarlo.

Mi abuela volvió a casa con la sentencia de muerte. Mi familia no tenía ninguna bestia, así que tuvieron que hacer el camino a pie. Lloviendo, de noche, no pudo llegar muy lejos. Mi abuelo agonizó como un perro, a la vera de un camino, escupiendo sangre...

Son cosas de la guerra, quizá piense quien esto lea. En Galicia nunca hubo frente. De hecho, se podría considerar que mi abuelo era del bando ganador, pues era católico cumplidor y jamás se metió en política (la única política en esas tierras era la subsistencia, esas cosas eran para las villas y ciudades). Le habían llevado patatas, gallinas... todo lo que tenía para sostener al ejército sublevado. Y aún le habían llevado a su hijo mayor varón, mi padre, de aquella un crío que aún no había cumplido los dieciocho, al frente.

Mi abuelo murió con cuarenta años, a principios del otoño del 37. Esta historia nunca me la contó mi padre. Tendría unos diez años cuando la escuché, en un momento en que mi padre le recriminaba a su hermano, mi tío, algún comentario que no recuerdo, algún chascarrillo soez del estilo del que inicia esta entrada (mi tío era un hombre de derechas)

Aquella conversación se me quedó grabada a fuego. Ya de niño había muchas partes que me extrañaron. No sólo la crueldad de la historia. Me extrañó sobremanera la cara de sorpresa de mi tío, de incredulidad, al escuchar la historia.

Iso son contos, dijo.

Mi padre era por lo natural sosegado, pero cuando discutía sus ojos echaban chispas.

Contoumo mamá. Ti eras un neno.

Me chocó mucho el descubrir que mi padre también debía haber tenido una madre, a la que llamaba igual que yo lo hacía a la mía. Era evidente, claro, pero hasta entonces no me había imaginado a mi padre como un hijo. Había visto una foto de mi abuela. Vale, abuela. Pos muy bien. Yo veía una foto en blanco y negro de una mujer con una mirada de hierro. Hasta que ese día me quedé reflexionando, no entendí que las manos de esa mujer habían abrigado a mi padre en las noches de invierno.

Ver discutir a los dos hermanos no era nada nuevo, era su forma de quererse. Pero había cosas que no casaban: ¿Cómo es que mi tío no sabía cómo había muerto su propio padre? ¿Por qué mi abuela se lo había ocultado a sus hijos salvo, quizá, a la mayor, que al año siguiente emigró, embarazada, a Brasil para no volver? No entendía nada.

Si alguien le hiciera eso a mi padre, pensaba, quisiera conocer el nombre del responsable para arrancarle el corazón y hacérselo comer. ¿Cómo es que semejante barbaridad, que exigía reparación, era tratada como un secreto, casi una vergüenza? Habría que pregonarlo, que denunciarlo, que gritarlo a los cuatro vientos, para que cayera la condena sobre el criminal, de estar aún vivo y el oprobio sobre su familia, de haber muerto. De pequeño tenía, me figuro que como todos los niños, un profundo sentido de la justicia que la vida se encarga de transformar en resignación, a veces cinismo. Yo era un crío y no sabía nada; y ahora empiezo a entender, algo, de lo que pasó entonces.

Las siguientes palabras embarulladas que cambiaron, no las retuve. Sé que trataron de quién había dado esa orden, del porqué. Parece ser que hubo entre ambos, mi abuelo y el Guardia Civil, una discusión antigua, pero no recuerdo el caso. Alguna vez he intentado estrujarme la cabeza, bucear hasta en lo más profundo, para sacar el nombre del asesino. Mis oídos lo escucharon, y debe estar en alguna parte de mi serrín, pero cuando salgo a la superficie sólo tengo un puñado de arena mojada en la mano: su apellido era común, de los que acaban con el patronímico -ez. ¿Gómez? Y ni tan siquiera estoy de ello seguro.


Mi abuela pudo enterrar a su marido, pues de nada se le acusaba y había muerto por "causas naturales"; en ello tuvo ventaja respecto a otras viudas. No fue ni perseguida ni rechazada, al no ser del bando de los perdedores. De hecho, cuando de pequeño oía en la aldea hablar de mis abuelos, en boca de ancianos que los habían conocido, la expresión era de profundo respeto. De mi abuelo, los que se acordaban de él, decían que era un hombre.


De mi abuela, que se vio con ocho hijos que mantener, y el mayor herido en el frente, que era toda una mujer. Se reventó a trabajar para sacarlos adelante. Canto traballou esa muller!, decían los ancianos cuando se acordaban de ella. Tenía una ilusión: quería conocer el mar. Cuando mi padre empezó a ganar lo suficiente para ir con ella a Vigo, su cuerpo no dio más de sí y murió. Arrancaba la década de los 50. Esto último me lo contó una vez, que paseábamos por el casco viejo de Ourense, y pasamos por la casa donde habían vivido los últimos meses. Me sorprendió, porque casi nunca me hablaba de sus padres, si no es algún recuerdo cariñoso de su niñez. La impotencia de no poder dar ese regalo a su madre fue otro clavo en su alma.

Ésa es la batallita de mi abuelo. Como veis, en ella no hubo ni heroicidades, ni grandes gestas ni medallas. Ni por la libertad del pueblo, ni por Dios, ni por la Patria. No es una historia de honor y gloria, sino de miseria y sufrimiento. Irónicamente ahora, tampoco puedo contar a mi abuelo entre los represaliados por el fascismo por defender la República, porque mi abuelo jamás hizo tal. Ni murió fusilado, ni lo sepultaron en tal fosa. No; murió en un camino, en brazos de su mujer, debido a su enfermedad y recibió cristiana sepultura.

Aquella muerte pasó inadvertida entonces, y ahora tampoco a nadie le interesa. Creo que no le había contado esta historia a nadie antes, tampoco a mi me gusta hablar del pasado. El que estuvo en la guerra fue mi padre, y nunca me contó nada. Sólo una vez, que le pregunté por una cicatriz, que me estuvo hablando del médico alemán al cual me insistió que le debía la vida (fue desventrado por la metralla) y a la enfermera teutona que, al parecer, era tan eficiente como fría, y traía a todos los enfermos del hospital de campaña firmes. Sé que estuvo en la batalla del Ebro porque hace poco lo descubrí, buceando en algunos papelotes en una carpeta polvorienta. Y poco más.El recuerdo que guardó mi padre de esa guerra es una absoluta repugnancia por la violencia, que le llevaba a apagar la televisión ante mis más enérgicas protestas (me avergüenzo ahora por ello, de considerarle un "blandengue" por no soportar la visión de una escena de tortura en una película). Lo que allí vivió sé que fue otro de sus clavos.

Y en fin, ésa es toda la película. Hasta aquí, todo lo que sé de las hazañas bélicas de mi familia. La batallita del abuelo...

Creo que lo cuento hoy por dos cosas. Una, porque debo ser la única persona que queda viva que sabe cómo murió mi abuelo. No es que a nadie le importe una mierda, pero me da rabia que la agonía de aquel hombre en la noche se diluya en el tiempo como si no hubiera existido. No ya que quede impune, que es evidente que ya nadie va a ser castigado por aquello, sino que el recuerdo se extinga conmigo como si jamás ese sufrimiento hubiera tenido lugar. Como la agonía de un perro en la noche.

Por eso lo lanzo a la red, para que al menos en este torrente de información, la memoria de mi abuelo, así como la del criminal, permanezca viva.

La otra cosa por la que me he decidido a contarlo es al ver al niñomierda ése diciendo que siempre estamos con la batallita del abuelo. ¡Qué injusticia! ¡Cuánta perfidia hay en ese mamarracho! ¿Pero aún quiere que estemos más silenciosos? ¿Debemos estar aún más callados, para que su conciencia y la de su familia esté tranquila?


¿AÚN MAYOR SILENCIO CABE?


Setenta e un anos de silencio non foron dabondo para os asesinos, setenta e un anos desta longa noite de pedra.

Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido. En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor del duelo, que es del todo independiente de que haya o no reconciliación y perdón. En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable. Por el contrario, se festeja una vez y otra, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida. El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquel en que se patentiza su ausencia definitiva. Es hacer nuestra la existencia de un vacío.


Carlos Piera, Introducción a la antología poética "En los ojos del día" de Tomás Segovia.


19 noviembre 2008

Acuerdo infame... parte II



El pasado viernes, 14 de noviembre de 2008, se convocó la Mesa Sectorial de Sanidad con el fin de ratificar el "acuerdo histórico" alcanzado por la Consejería de Sanidad y los "sindicatos profesionales" FEMYTS, SATSE y USAE dos dias antes . Parece ser que durante la reunión, el Director General de Recursos Humanos, Armando Resino Sabater (el "personaje con bigote" que aparece el primero por la izquierda en la foto superior) negó la existencia de tal acuerdo, aportando a la reunión un documento con el contenido del mismo, sin logotipos y sin la firma del Consejero y los "representantes sindicales".... De todos es conocido que los cobardes se cobijan bajo la mentira. Debe ser que el "capo de Personal" padece del mismo mal que aqueja a su jefe, al "chaval de la melena", y que además de fiebre privatizadora tiene otros 2 síntomas fundamentales: Soberbia y mentira.


Creo que fue Séneca el que dijo que el lenguaje de la verdad debe ser simple y sin artificios.

Lean y saquen sus propias conclusiones...

12 noviembre 2008

A rio revuelto... ganancia de traidores

Hay algunos que por complacer a tiranos, por un puñado de monedas, o por cohecho o soborno están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos (Emiliano Zapata)

Todos, a lo largo de nuestra vida, hemos tenido un ideal… un sueño. Algunos soñamos con construir un mundo mejor, en el que todos seamos iguales, tengamos las mismas oportunidades… los mismos Derechos.

Dice el diccionario que traicionar es cometer traición, fallar a alguien, abandonarlo… Existe un tipo de traición que es la más deplorable, la de aquellos que se traicionan a sí mismos, aquellos que traicionan sus principios o los de aquellos a los que dicen representar… aquellos que se convierten en monstruos de su propio egoísmo y terminan vendiendo su dignidad a intereses personales… complaciendo a los poderosos en detrimento de los mas necesitados.

Hoy, 12 de noviembre de 2008, la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid en la nota de prensa adjunta recoge que “Güemes firma con los sindicatos profesionales, FEMYTS, SATSE y USAE, un acuerdo histórico para la consolidación de empleo público”. En la misma informan que la oferta “afectará a médicos, enfermeros, matronas técnicos superiores, auxiliares de enfermería y otras categorías profesionales sanitarias”.




La sanidad madrileña lleva muchos… muchos años funcionando. Y si ha funcionado hasta hoy, ha sido gracias a TODOS sus trabajadores… a TODOS: limpiadoras, celadores, auxiliares de obras y servicios, lenceras, personal de hostelería, auxiliares de control e información, personal administrativo, personal de conservación y mantenimiento, pinches, cocineros, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, etc.… y por supuesto, TAMBIÉN gracias a auxiliares de enfermería, técnicos superiores, enfermeras, matronas y médicos.


TODOS estos trabajadores han visto durante muchos años, como la Comunidad de Madrid les negaba el Derecho a presentarse a un proceso selectivo para acceder a un empleo estable… a una plaza FIJA dentro de la Administración… Así, han visto como su situación laboral incierta se prolongaba en el tiempo durante años… muchos años.

La firma de estos sindicatos “profesionales” supone legitimar a la Consejería de Sanidad para que abandone el proceso de Consolidación de Empleo para el resto de las categorías “no sanitarias”… las más vulnerables.

Hoy dan la razón a la Consejería y a su nauseabundo corporativismo: hoy queda patente que… al menos para ellos… hay trabajadores de primera y de quinta categoría...

10 noviembre 2008

Un cuento de terror...


A la izquierda, una carretilla con un caja de cartón y un bote de pintura. Un poco más allá, una camilla con una sábana hecha un revoltijo. A la derecha, un mueble de acero con un cadáver envuelto en un sudario de plástico o papel, no se aprecia. Tampoco si el cadáver corresponde a hombre o mujer, a anciano o niño, pues está precintado, para evitar reclamaciones.

La imagen procede del hospital Puerta de Hierro, de Majadahonda, Madrid, gestionado por Esperanza Aguirre, que privatiza lo que cae en sus manos con una furia obsesiva. No la detiene nada. A veces, en medio de la noche, apenas cubierta con un camisón que tiene algo de mortaja, abandona la cama y sale a privatizar con el gesto extraviado y la melena al viento. Privatiza con la saña con la que un demente hace ganchillo o un necrófilo excava tumbas. Es sabido que cuando se privatizan 1.000 euros, alguien se va a cenar con ellos, pero cuando se privatiza a un difunto, se le coloca junto a la basura.

En Madrid, el relato de la sanidad pública de toda la vida ha sido sustituido por una antología de cuentos de terror. Cada día nos despertamos con una nueva historia protagonizada por Esperanza Aguirre o por su sicario (él se llama a si mismo Consejero) Juan José Güemes. Tenemos relatos de terror de anestesistas y relatos de terror de ginecólogos y relatos de terror de cardiólogos y relatos de terror de forenses, entre otros. Cuando Aguirre se cansa de privatizar la Sanidad, privatiza la Enseñanza, a la que ha dejado en cueros. Pero su sueño es ser presidenta del Gobierno para privatizar España.


03 noviembre 2008

Luchar contra la mentira...

"La lucha siempre merece la pena si el fin vale la pena y los medios son honestos"

Aparentemente no pueden coexistir dos verdades sobre una misma realidad. Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace... La Consejería de Sanidad lo hace... pero el hecho sigue siendo un hecho. Las movilizaciones en Defensa de la Sanidad Pública están haciendo mucho daño al Gobierno de la Comunidad de Madrid... Tanto daño, que se está viendo obligado emplear las mas variadas estrategias para acabar con ellas:
  • Provocación por parte del Consejero en los centros de trabajo en busca de titulares de medios de prensa afin como "martir de la nueva Sanidad".
  • Descrédito y represión policial para aquellos que osan levantar la voz en defensa de lo público.
  • Amenazas y castigo para los que denuncian la falta de recursos y el mal funcionamiento de los nuevos hospitales o el desmantelamiento y la falta de inversión en los "viejos".
  • Soborno a los sindicatos "corporativos" para que tomen parte en este conflicto en favor de la Consejería a cambio de "quien sabe que prevendas" (que todos conocemos)
  • y mintiendo... mintiendo mucho con el fin de acabar con las voces disidentes y con las movilizaciones.

La Consejería miente con la intención de engañar o confundir. Y eso es algo que no debemos permitir, ya que al mentir está acrecentando su propio poder y reduciendo nuestra libertad. El político que miente es enemigo de la democracia, "aunque haya sido elegido democráticamente"


Basándonos en algunas de las razones, que los psicólogos dan en sus estudios, sobre los motivos por los que la gente miente, tratataremos de comprender un poco mejor por qué Juan Jose Güemes Barrios, Consejero de Sanidad, miente mas que habla. Según estos profesionales las personas mienten para:

  • Satisfacer su propia vanidad (y hay que reconocer que el chico es un rato vanidoso)
  • Demostrar poder o control ante los demás (sobre todo si "los demás" son trabajadores, sindicalistas o usuarios disconformes)
  • Dañar a los demás con rumores o falsas acusaciones (sobran las palabras)
  • Obtener estima, atención y afecto de los demás (sobre todo el de su adorada "jefa", Esperanza Aguirre Gil de Biedma, Condesa consorte de Murillo, Grande-consorte de España, descendiente-consorte de Felipe El Hermoso y propietaria-consorte de 1.877 hectáreas de tierras de cultivo, cerca de 1000 ovejas y más de 200 vacas... "ahi es ná" )
  • Compensar su propia inseguridad (inseguridad causada por su ignorancia y disfrazada con su prepotencia)

El último capítulo de esta estrategia desmovilizadora, fue protagonizado por el Consejero de Sanidad el pasado 27 de octubre, cuando tras la reunión de la Mesa Sectorial de Sanidad, se atrevió a afirmar que "se habia conseguido la Paz", aseguraba "no se va a externalizar nada que no esté ya externalizado", afirmaba "no es cierto que no se vayan a renovar los contratos eventuales" y "se renovarán todos los contratos eventuales que sigan siendo necesarios"... Mentiras... mentiras y más mentiras... Nada más lejos de la realidad y "de muestra vale un botón":

La falta de credibilidad, la desfachatez y el cinismo de la Consejería se ponen de manifiesto el día después, 28 de octubre de 2008, en unas jornadas para empresarios celebradas en el Hotel Holiday Inn Plaza en Madrid a la que asisten el Director General de Hospitales, Antonio Burgueño Carbonell y las Directoras Generales, Elena de Mingo Bolde y Carmen Navarro Fernández-Rodríguez.

En el folleto de la conferencia se puede leer: “si quiere conocer las oportunidades de negocio que estos nuevos modelos están generando para la empresa privada, no falte" Los patrocinadores del evento son Indra y Ribera Salud.

Ribera Salud (propiedad de la CAM y de Bancaixa) ha ganado el concurso de concesión del laboratorio clínico central de seis de los nuevos hospitales y gestionará los análisis clínicos de más de un millón de madrileños durante ocho años. Además gestiona el hospital de La Ribera, en Alzira (Valencia), pionero de centro público de gestión privada. En la misma UTE que resultó adjudicataria del hospital valenciano está también la aseguradora Adeslas, de la que CASUALMENTE fue director médico el actual director de Hospitales de la Consejería de Sanidad madrileña, Antonio Burgueño Carbonell.

Señor Consejero, con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver... Al intentar disfrazar una realidad que no soporta, lo que está consiguiendo es mostrarla con más fuerza.

Hoy más que nunca es necesario que permanezcamos unidos y sigamos movilizándonos...