Fuente: Altereconomía
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Debo, luego soy.
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Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios.
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La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tirabombas.
Los pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares.
Los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En el mundo tal cual es, mundo al revés, los países que custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más narcodólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medio ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan.
Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo.
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Sociedad de consumo: Prodigioso envase lleno de nada. Invención de alto valor científico, que permite suprimir las necesidades reales, mediante la oportuna imposición de necesidades artificiales.
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Si el sueño no nos permitiera anticipar un mundo diferente. Si la fantasía no hiciera posible esta capacidad un poco milagrosa que el ser humano tiene de clavar los ojos más allá de la infamia...
¿Qué podríamos creer?
¿Qué podríamos esperar?
¿Qué podríamos amar?
Porque en el fondo uno ama al mundo. A partir de la certeza de que este mundo, triste mundo, convertido en campo de concentración, contiene otro mundo posible...
O sea, que el horror está embarazado de maravilla. Si uno no tuviera esa certeza, a prueba de balas, a prueba de desencantos y traiciones ¿Qué sería de nosotros?
En el fondo el acto de vivir, a pesar de todo, es un acto sagrado de locura…
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Eduardo Galeano
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