Los medios de comunicación se han configurado como una de las más poderosas herramientas de control del ciudadano, al que solo tiene acceso un reducido número de agentes mediáticos: políticos y empresarios.
Durante los años veinte y treinta, coincidiendo con el auge de los sistemas autoritarios y fascistas, las técnicas persuasivas de la política se centraron en el férreo control de todos los medios de información y el empleo de tácticas de desinformación y de propaganda. (Las guerras mundiales fueron un campo abonado para su uso indiscriminado. Frases como las sentencias del famoso general chino Sun-Tzu: "El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin combate " o la afirmación de Goebbels: "Una mentira repetida llega a ser creíble como verdad ")
Especial interés para los nacionalsocialistas tuvo la exaltación de las emociones , sentimientos y necesidades más primarias (seguridad, dependencia del grupo, autoestima...) Pero al mismo tiempo supieron elevarse a necesidades de tipo estético : orden, armonía, belleza clásica, uniformidad, ritmo etc. que suponen respuestas emocionales casi paulovianas.
La publicidad no debería ser patrimonio de uso exclusivo de las clases dominantes, sino una forma de comunicación ideológica perteneciente al ser humano, que exprese su necesidad de comunicarse... El "antídoto" contra todo esto no está al alcance de todos. Lo fundamental en esta sociedad "hipercomunicada" es aumentar nuestra capacidad de análisis y reflexión acerca de los mensajes. Saber leer sus claves ocultas (subliminales o no), y aprender acerca de la elaboración y procesamiento de la información persuasiva puede sernos de gran utilidad.
Esto lleva consigo dedicar un tiempo para la reflexión y el análisis. Ello hará que aflore ese adulto responsable que hay en todos nosotros... Vale la pena intentarlo.
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